
El Mal se encuentra oculto
No Reconocerás a Satanás, aun cuando esté frente a ti.
Hay un problema que el cristiano tiene con Satanás, y mencionado ya anteriormente: este subestima la realidad y el poder de Satanás. Y a Satanás, no hay nada que lo haga más feliz que una generación de cristianos que no creen que exista, y de ese modo pueda trabajar tranquilo, sin que lo molesten o increpen: tiene todas las puertas y corazones abiertos; puede ir a donde quiera, y entrar donde quiera. Nadie lo va a molestar, porque nadie cree que esté allí. Qué mejor ventaja sobre todos nosotros podría tener, que la que nosotros mismos le concedemos.
A pesar de la enseñanza de Jesús sobre la realidad de Satanás, en nuestros tiempos existe una constante oposición a ella: no creemos lo que nos dice. Y cuando uno empieza a hablar del tema (de Satanás) en unos términos, digamos que personales, como de un individuo en particular, ya saben, eso nos hace sentir un poco raros, a entender del que nos escucha. Entonces, cuando sale el tema, en su mayoría lo que hacemos es hablar sobre algún tipo de fuerza maligna operando por ahí, en el universo. Pero ¿Cómo es posible una fuerza malvada operando en el universo? ¿Pueden el viento o un huracán ser juzgados como inmorales? Las fuerzas puras no tienen capacidad moral en sí mismas, de modo que no podemos hablar, en razón, de una fuerza malvada, a menos que esa fuerza sea personal, y provenga de un ser personal, que tiene una mente, voluntad y conciencia. Seguro que me entienden, pero luego dicen… bueno, vale. Y se van a quedar igual; de modo que lo explicaré de otra manera.
Volvamos a la Edad Media para intentar entender la razón, acerca de, por qué tenemos esta resistencia en nuestros tiempos acerca de Satanás. En aquel tiempo, la iglesia católica creía en la realidad de Satanás plenamente. Las comunidades cristianas, clero incluido, estaban preocupados en definir formas de protegerse del maligno, y para ello idearon diversas maneras: una de ellas es la que, entiendo, nos ha traído hasta aquí: a la situación en la que nos encontramos. Lo que sabían aquellos cristianos de Satanás, ciertamente, era lo mismo que nosotros sabemos: que Satanás cayó, principalmente debido al orgullo, encontrando el mayor punto de vulnerabilidad del enemigo justo ahí: en su propio orgullo. La Biblia dice, «Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros» (Santiago 4, 7). Así que la iglesia juntó eso y dijo: “la mejor manera de resistir a Satanás, es dañar su orgullo: no les llevo mucho, evidentemente. Luego para atacar su orgullo y humillarlo... lo mejor sería burlarse de él, eso lo alejaría, pues no puede soportar la humillación”. Esto llevó a que se pintaran cuadros, pinturas, y caricaturas: dibujos groseros y burlones de Satanás, haciéndole parecer el bufón de la corte, donde se le veía (ridículo) con cuernos y pezuñas hendidas, traje de franela roja y un tridente y todo lo demás, algo parecido a juntar una reina “Drag Queen” de los carnavales de Tenerife y a Mefistófeles: aquel demonio del folclore alemán. Del que Goethe, en su Fausto, dio buena cuenta. Luego estas ridículas caricaturas colgaron de la pared por tiempo, para que todos riesen y se burlaran de Satanás, a la vez que corrían las historias y cuentos de miedo para niños, como la película que refiero en el primero de estos textos: El exorcista del Papa, 2023 (jordimaqueda.com/2023/05/sobre-el-diablo-jordi-maqueda.html), y que me ha traído hasta aquí.
Pero lo que luego realmente sucedió y sucede, es que la siguiente generación y las sucesivas, vieron aquellas pinturas, escucharon aquellos cuentos de miedo, y se dijeron, ¿No me digas que mis padres creyeron en este bufón con traje de franela roja y que andaba con un tridente, pezuñas y cuernos por ahí? Pero… ¿Qué clase de ingenuidad es esta? Qué tipo de mentiras y supersticiones creían mis padres y abuelos, se decían ya aquellos bachilleres de Salamanca de entonces, y no menos los universitarios UA de hoy… Pero atiendan: una lectura, incluso superficial, de las Escrituras nos muestra que Satanás no se describe en ninguna parte como un bufón con traje rojo y tridente. Por el contrario, su primera introducción al Antiguo Testamento es ¿cómo? «Ahora la serpiente era la más astuta» –o sutil– «de todas las criaturas» (Génesis 3: 1). Podríamos entonces decir, que Satanás, ya de entrada y desde una perspectiva bíblica (y literal) es una criatura, pero muy distinta de la que nos burlamos, y con unos dones extraordinarios (sobre todo para trabajar nuestra débil mente). El primero de estos dones y que nos muestran las escrituras, es el de la astucia o sutileza que utilizó con Adán y Eva, con el resultado y consecuencias que todos conocemos.
Dios nos ha dicho —dijo la mujer— 'No coman de él —del fruto del árbol— ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte' G 3,3 (Recuerden el pecado: es la muerte) La serpiente dijo a la mujer: "No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” G 3,4. Esto hoy les sonará más de los anuncios de televisión y la publicidad en las calles: mira, una cerveza, y no hace daño, es hasta buena: y si la bebes serás especial, el más Guay / mira… un nuevo coche, aunque no tengas dinero efectivo, no pasa nada: puedes pedirlo prestado…, lo pagarás, seguro (con tu sangre trabajando otras 1.000 horas de tu vida) pero te verías genial, así como más libre (lo pillan) si, por el campo rodando libre..., aunque luego no salgas al campo ni a mear, y pases siempre con el coche de largo.
Pero además, el Nuevo Testamento nos dice que Satanás se aparece como… un ángel de luz. «Que parece», que «se manifiesta aparentando ser»… “Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz”. (2 Corintios 11:14). Incluso el más ignorante en temas religiosos entiende que las tinieblas y la luz son metáforas para distinguir el mal y el bien, y que si alguien ve un ángel de luz, automáticamente le parecerá un ser bueno, En la Biblia, la luz es una metáfora espiritual de la verdad y de la naturaleza inmutable de Dios (Santiago 1:17). Cuando estamos "en la luz", estamos con Él (1 Pedro 2:9). Él nos insta a que nos unamos a Él en la luz (1 Juan 1:7), porque Su propósito es darnos luz (Juan 12:46). De ahí que esta relación del mal con las tinieblas, pero sobre todo del bien con la luz, son poderosos prototipos, medios, por los que podernos engañar.
Así, que cuando se nos dice que "Satanás se disfraza como ángel de luz" 2 Cr 11:14, lo que realmente nos quieren decir, es que Satanás se va a aprovechar de nuestro amor y confianza en la luz, con el fin de acercarse a nosotros y engañarnos: «Se manifiesta aparentando ser… del bien, pero de hecho es… del mal: malévolo». Es decir, estamos hablando del hipócrita más grande de todo el universo: Satanás, el mentiroso. Pues piénsenlo, presentarse a sí mismo como un ser de oscuridad, diabólico y con cuernos, no sería muy atractivo para la mayoría de la gente. La mayoría no somos atraídos a la oscuridad, sino a la luz. Por lo tanto, Satanás parecerá como un ser de luz, para que le dejemos acercarse a nosotros, tomemos confianza, y nos acerquemos también nosotros a él y a sus mentiras. Pues… "Cuando miente, habla según su naturaleza, porque es mentiroso y padre de la mentira" (Juan 8:44). Pero seguro ya habrán visto algo de esto en su vida, en caso contrario será porque aún no les amaneció, o viven dentro de un termo: mucho cuidado entonces al salir.
Pues Satanás no se presentara como Darth Vader: ¡yo soy tu padre!, e intentará hacer un trato contigo, no, no va a ser así. Se hará pasar por un ángel de luz. Su sutileza y naturaleza, y astucia está en ser sofisticado, elocuente, atractivo y engañoso. Luego, lo que las Escrituras dicen sobre el antiCristo y su conexión con Satanás es interesante como poco. Obviamente, «Anti» significa «en contra», alguien que se opone a algo, así que el antiCristo es aquel que está en contra y difiere, está opuesto a Cristo. Pero también en antiCristo, la palabra «anti» significa «en vez de» o «en lugar de», la forma en que el antiCristo se manifiesta bíblicamente es como un sustituto de… (Cristo). Es, por lo tanto, la falsificación que trata de imitar lo genuino, al mismo Cristo. Las advertencias de las Escrituras dicen, y seguro que esto no lo sabían, que Satanás y el anti-Cristo, etc., son tan buenos en lo que hacen que, si es posible, podrían engañar incluso a los mismos escogidos, a los mismos padres (r.c. Sproul): El demonio —y pongo, por ejemplo, según el Padre Fortea (exorcista)— es 'feo, un ser oscuro y tentador, que suele presentarse en forma de sombras que se mueven, o de engendros monstruosos, cuando no de niños pequeños de color completamente negro'… ¿Me entiende ahora? Esto último vende muchos libros, padre, pero no nos libra del mal.
De modo que el retrato de Satanás que advertimos en las Escrituras es muy diferente, a cómo nosotros lo interpretamos en la cultura moderna; no es de extrañar que ya nadie crea en Satanás. ¿Quién creería en caricaturas tan ridículas?, engendros monstruosos o niños pequeños de color completamente negro: en aquello que nos asustaba de niños. Sin embargo, el Satanás en las Escrituras es el ángel de luz que no se manifestará como un Hitler, sino que vendrá como alguien más parecido a Santiago Segura, no se rían, no. Me disculpará seguro Santiago, no quiero sugerir ni por un segundo que Santiago tenga que ver con el diablo, más allá de la película: El día de la bestia. No distorsionen lo que digo, lo que quiero decir es que ese tipo de persona, seductora, con ese tipo de credenciales, es que todos invitaríamos a cenar a casa para echar unas risas, y pasar una agradable velada, y es lo podemos esperar, extrapolado luego en lo personal, de Satanás, o en términos globales, del anticristo. Un ángel de luz, que nos deslumbra por su brillo y elocuencia, pero que al mismo tiempo luego ruge y nos devora.
II
Sin embargo, el enemigo, a sabiendas de que sus métodos son por muchos ya conocidos y nuestra espada está dispuesta, se prepara en silencio para sus campañas contra la iglesia. Por lo tanto, encontramos, y esto lo debemos entender muy bien, que los pasos de Satanás son y serán siempre silenciosos, sus movimientos furtivos y que sus baterías están siempre bien enmascaradas: no se mostrará nunca abiertamente, no sea que despierte las potencias dormidas del cristiano, e impulse a este a ir a Dios en oración. Pues el Señor, Jesucristo, nos ha equipado para todas nuestras victorias, mostrándonos el camino que el mismo antes recorrió, para que con sus mismas herramientas, que son nuestra espada y armadura, podamos librar nuestra propia la batalla contra el Mal: Su victoria (de Cristo) por tanto, es nuestra victoria, y nuestra victoria, la suya.
Pero el Mal se encuentra de tal manera oculta, que para muchos es difícil creer sencillamente que existe —y ese es nuestro mayor error, como advertimos—, pues en tal caso, mucho menos pueden ser convencidos muchos, del asombroso despliegue de actividad y poder para el engaño..., “y volviendo en sí, {poder escapar} del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para {hacer} su voluntad”. (Timoteo 2:26). Jactándose, aquellos mismos, los confiados, de su falsa independencia, estando ya sin saberlo bajo la influencia engañosa del mal, obedeciendo así los peores impulsos de su corazón. Los hay incluso, tan confiados en sí mismos, que como le ocurriese a Pedro/Simón, no escuchan de principio las advertencias: "Simón, Simón: Satanás te tendrá y te zarandeará como a trigo", y que luego, en su ignorancia, creen que Dios es quien los está conduciendo. Pero si sus ojos pudieran abrirse por completo en algún momento, alejando la ilusión para distinguir la realidad y a su capitán —como yo abrí los míos— verían entonces, que no están sirviendo a Dios, sino al enemigo de toda justicia. Y verían que la independencia de que se jactan es la más pesada cadena que Satanás ha podido forjar, enrollada su cuello como un yugo que los esclaviza, a la más terrible condena que puedan soportar, para él {hacer} de ellos: siempre su voluntad.
Por esto nunca debemos confiarnos, ni olvidar que los seres humanos, en el mundo, somos cautivos de Satanás desde el momento en que nacemos, y estamos de forma natural inclinados a sus sugerencias y cumplir sus órdenes en el mundo. Es cierto que de pequeños, muchos somos apartados del poder de las sombras del mal, por el bautismo temprano, pues al nacer con nuestra naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños necesitan del nuevo nacimiento en el Bautismo, "para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios" (cf. Col 1,12-14), a la que todos los hombres están llamados. Pues de otro modo, una persona no tiene en sí mismo poder para oponer resistencia eficaz al este mal. Únicamente en la medida en que Cristo more en nosotros por la fe viva, influyendo en nuestros deseos por el espíritu santo, e impartiendo fuerza desde lo alto, puede entonces el ser humano atreverse a resistir a un enemigo tan terrible. Cualquier otro medio de defensa es en vano y fútil. Únicamente gracias a Cristo se puede limitar el poder de Satanás y su mal en nosotros. Esta es una verdad portentosa que todos debieran entender. Y por ello debemos confirmarnos en ese bautismo y nuestra fe, luego por la comunión y la confirmación, en el espíritu Santo, para que Jesús y el espíritu santo nos guíe en dios y su voluntad, en el mundo
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