Por qué ahora Satanás
Sobre el Diablo: Satanás; Teufel: Satan; Diable: Satan; Devil: Satan
Nunca encontraba un momento, o el momento adecuado para hablar de este tema. Lo cierto es que no es un tema del que me guste hablar, ni escribir, podría decirse que lo estaba evitando por tiempo, pero hace unas semanas se estrenó una película titulada El Exorcista del Papa. Por supuesto la vi, me gusta el género de terror en general. Pero no nos engañemos, uno no va al cine a ver rezar a un sacerdote ya de una edad y elevar una cruz frente a un poseído: uno va al cine a asustarse, o a intentarlo, a ver a Satanás, al Maligno. Muchos nombres, pero una sola entidad; una entidad, por cierto, que no vi en la película, que no fui capaz de reconocer después de casi dos horas mirando la pantalla. Y eso es lo que verdaderamente asusta, haciéndome reflexionar y llevándome a tomar partido: cuando se observa que no se tiene, ni la más remota idea de quién, verdaderamente es, aquello a lo que nos enfrentamos.
Después de ver la película, podría quedarse uno con la impresión de que no es más que otra historia dentro del género de exorcismos que reutiliza aquel mismo lenguaje ya gastado, como las localizaciones extremadamente oscuras, voces guturales y torceduras de extremidades en la víctima de la posesión, y por supuesto, la guinda en este caso de un sacerdote con cierta reputación: Gabriele Amorth, quien de cierto ejerció en vida como exorcista principal del Vaticano, habiendo realizado más de “cien mil exorcismos” nos dicen, a lo largo de su vida, y que se enfrenta en la película a un desafío aparentemente imposible. En resumen: un éxito modesto, encuadrado dentro del tipo de película que hace exactamente lo que indica su título, entiéndase: un sacerdote que hace exorcismos a niños, supuestamente poseídos. Pero ¿poseído por quién?, o mejor dicho, y perdón: ¿para qué?, recuerdan a Gottfried Leibniz, y el principio de razón suficiente: Todo lo que ocurre tiene una razón suficiente para que sea de un modo concreto; o dicho en otras palabras, todo tiene una explicación suficiente para que las cosas sean de un modo concreto, y no de otra manera.
No está de más recordar —así entienden la pregunta anterior—, que para que el Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos, entregándoles su propio cargo del magisterio.../” (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación, Cp. 2) Permítanme ahora dos preguntas, la primera: qué verdadero daño consigue hacer Satanás, eterno enemigo de la iglesia de Cristo, poseyendo niños y haciéndoles decir palabrotas y escupir a sacerdotes en sus casas, y de los que luego parece que siempre se retira: vencido... como vemos que sucede en la misma película de la que hablamos, o, y como advertiría algún militar: retirándose como si se tratase de una maniobra, estratagema o distracción. Y, permítanme ahora hacer la segunda pregunta: mientras Gabriele Amorth realizaba sus más cien mil exorcismos a personas que le escupían y decían palabrotas fuera de la Iglesia, y supuestamente poseídas por el demonio, ganando el padre siempre todas sus batallas sobre el maligno, quién creéis que penetraba intra-muros, guiando la mano de tantos cardenales, obispos y sacerdotes que iban por el camino de la perdición y llevándose con ellos a tantas almas dentro y en el corazón de la misma iglesia. Dónde pensabais que medraba fortaleciéndose realmente la serpiente, mientras Amorth la buscaba y derrotaba fuera de la iglesia.
Y “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Mt 26.31-35). Exacto, si en tiempo de Jesús el mismo Satanás pidió zarandear a los apóstoles, ahora en estos nuestros tiempos: quiénes serían su mayor y principal objetivo, junto a los elegidos. Pues ciertamente, en el corazón de Jesús, ya durante aquella misma noche, y antes de entregarse al sacrificio por la salvación de todos nosotros, existía en él una enorme y profunda preocupación respecto a su iglesia y pueblo con respecto a Satanás: Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo (Mt 26.31-35) le dice Jesús a Pedro, y “lo pidió el mismísimo Satanás”, nos dice Mateo. Luego debemos darnos igualmente cuenta de tantas veces que Jesús nos habla de la realidad de Satanás, y como reza fervientemente por la protección de su pueblo frente al maligno. “No te ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Pues no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad” (Juan 17, 15). Lean, además, el padre nuestro: la oración universal que nos dejó Jesús para rezar al padre en su sermón del monte, y donde casi al final dice “Y líbranos del mal”. “Ahora, en el Nuevo Testamento, la palabra usual para el mal es «poneron», ¿Recuerdan cuando tenían que tomar clases de griego y tenían que estudiar las diferentes desinencias para el acusativo, el nominativo y ablativo y el genitivo y todo eso. Bueno, no solo tienen desinencias para esos casos, sino que también tienen para el género, ya sea masculino, femenino o neutro. Bien, entonces la palabra «poneron» es neutra y esa es la palabra habitual que se usa para referirse al mal. Si esta terminación neutra es cambiada a primera persona singular masculina, terminando en «-os», entonces se convierte en lo que llamamos un “término técnico”, convirtiéndose en el título para una persona específica: La palabra «poneros» que figura en el Nuevo Testamento, y que es, por tanto, un título reservado, solo para Satanás. «Ho poneros», que significa literalmente «el malvado»”. (R.c. Sproul)
Por tanto, y si se es cristiano y damos alguna validez a la palabra de Cristo y a los evangelios, entenderemos que Satanás es una realidad personal y astuta. Pues los enemigos de la vida cristiana no son solo el mundo y la carne, sino e igualmente también el mismísimo diablo. “Cuando M. Lutero dijo que la tríada de enemigos de la vida cristiana incluía al mundo, la carne y el diablo, él no incluyó la última, el diablo, solo como una abstracción teológica o como un asunto de doctrina, sino que Lutero tenía una aguda y profunda conciencia personal de la realidad de Satanás” (R.c. Sproul), como del mismo modo yo la tengo. En este sentido, nuestro padre (el Papa Francisco) también reflexiono en fechas cercanas, allá por octubre de 2014, sobre la Carta de San Pablo a los Efesios, manifestado, que el diablo existe y “hay que luchar contra él", con la "armadura" de la verdad. Esto sucedió, aunque haya pasado desapercibido, durante una Misa matutina celebrada un jueves 30 de octubre en la Capilla de la Casa de Santa Marta, donde el Pontífice afirmó que los "enemigos" de la vida cristiana son "el demonio, el mundo y la carne". Como vemos, protestantismo y catolicismo, como en otras cosas y tantas ocasiones, no siempre discrepan, estando (al menos ahora) de acuerdo en algo tan importante, pero a lo que muchos no le dan la debida importancia. Pero por qué digo “ahora están de acuerdo”. Bien, recordemos a San Juan Pablo II, que en su momento, corrigió a fondo y en la dirección contraria el concepto tradicional del catolicismo sobre el infierno o el diablo. Lo hizo en el verano de 1999, en cuatro audiencias consecutivas, cada una dedicada a desmontar la credulidad popular sobre el cielo, el purgatorio, el infierno y, finalmente, del mismo Satanás, del que afirmo: "está vencido: Jesús nos ha liberado de su temor". Pero y yo me pregunto ¿cuándo ocurrió esto de cierto?, si precisamente estamos leyendo que poco antes de morir y entregar su sangre por nosotros en la cruz, la mayor preocupación de Cristo era precisamente Satanás, Recordemos más detenidamente aquel momento cuando Jesús advirtió a Pedro/Simón, de que Satanás entraría en su corazón diciendo: «Me vas a traicionar», a lo que Pedro responde «no, no lo haré. Nunca haría eso» y entonces Jesús le vuelve a decir: «Lo harás en las próximas 24 horas, y lo harás tres veces»; lo que todavía desespera más a Pedro que dice «¡Yo no! Deja que todos los demás caigan en ese tipo de tentación Jesús, tú sabes que te seguiré hasta el final del camino. Nunca podría hacerlo». Y qué fue lo que entonces le dijo Jesús: "Simón, Satanás te tendrá y te zarandeará como a trigo". Literalmente: “Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo, pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Mt 26.31-358).
Pobre Pedro/Simón, el gran pescador,
el fuerte e impetuoso, que creía poder enfrentarse a cualquiera y cualquier cosa, pero al que, poco
más o menos nuestro Señor le dijo: “Eres pan comido, arcilla blanda, trigo triturado
en las manos de Satanás”. Esa fue su advertencia que se perpetúa, no solo, por
tanto, para sus apóstoles entonces, sino también para nosotros, incluso más
todavía mayormente hoy para nosotros y su actual iglesia: nunca subestimes, por tanto, a
Satanás, él es más fuerte que tú; más viejo que tú; más listo que tú; más engañoso
de lo que tú nunca lo serás. Si luego a esta advertencia le sumamos lo que Pablo
dice en Efesios, 6: 11, 13, es suficiente para hacerte temer tu
vida y tu alma. «Revestíos con toda la
armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo.
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las
huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. Por tanto, tomad
toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo hecho todo, estar firmes». Es decir, resistir "contra el diablo y los
suyos", agregaría a esto el Papa Francisco, en aquella misma misa que he
señalado anteriormente, al tiempo que destacaba diciendo que "sin embargo,
a esta generación y a otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito,
una figura o una idea: la idea del mal". De ahí lo ocurrido, y lo que
ocurre ahora. De modo que hacer por recordar todo lo dicho, pero sobre todo recordad: que allí donde dios viene levantar una iglesia, el diablo
levanta al lado su capilla.
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