Entrada 4: Breve introducción a la idea de la nada
Introducción
¿Qué es la nada?
¿Es la nada posible?
Visualizar la nada / Contemplar la nada
Existe algo que realmente podamos llamar Nada
ANEXO
Acerca de la divulgación de la Nada, y el caso de L. M. Krauss
Introducción
De los que cobran por pensar, piensan en función tanto sea aquello que les estimula, y que no es lo que piensan, sino lo que cobran por pensar.
Generalmente, observamos cuando un filósofo científico nos va a hablar de la Nada —siempre en su libro— aportando por sí mismo a la Nada alguna idea, siempre antes de abordar el tema, primero nos remite a una historia —a veces tediosa— que poco menos es similar a consultar una biblia, donde asienta el origen y desarrollo de una idea que él va a continuar: esa procesión de eventos, relatada a partir de razonamientos anteriores hasta llevarnos a su idea y explicarla, es la que le da valor a su argumentación, y a él mismo, aunque luego la idea sea falsa: no verdad, en tanto nos quiera presentar la Nada, como algo que es, o bien, que está en algún lugar (da igual el lugar) y, la podamos encontrar: absurdo… La Nada no existe. Ni existe la Nada, ni tampoco un desde la Nada, porque la Nada, precisamente por ser nada, no es ni tan siquiera un “desde” (X. Zubiri). Pero, aun así, el hombre que no puede desentenderse de la verdad, pues constituye parte esencial de su propia identidad y la razón, siempre pretenderá desenterrar esa verdad que le habita, incluso, cuando se trate de la verdad de nada, y en ella no halle verdad, ni halle tampoco nada.
I
Una de las ideas o conceptos más difíciles de definir para el ser humano, es aquel que hace referencia a la Nada. No recuerdo ahora si ya lo he mencionado anteriormente, en todo caso lo seguiréis leyendo aún más veces en adelante, pues tal y como está estructurada esta empresa, no de manera lineal, sino en forma de textos independientes, algunas partes o textos necesariamente se repiten a modo de contexto o de aclaración; y debe ser así, cuando lo que queremos es preguntar por la Nada, entendiéndola en todas sus formas posibles: principalmente, aquellas relativas a la ciencia y la filosofía, aunque, y como veremos existen otras, en fin: podría decirse que ando, o andamos todos errando «en busca de una Nada que se muestra a todos esquiva». Y, aunque no me extenderé, me gustaría explicar antes, aunque solo sea para hacernos una idea de lo que supone este trabajo: definir la Nada en sus formas posibles conocidas (a partir o desde una ausencia total de coordenadas) y que inicia no siendo para un público —al menos en principio, pues igualmente ignoro si alguien lee o no las entradas del blog— sino, más como proyecto personal, a modo de descubrimiento e investigación: una aventura, esta vez no hacía selvas y volcanes, como acostumbro, sino al propio conocimiento— pues para escribir lo que me propongo, hoy (12 de octubre de 2022) y cuando llevo ya meses trabajando en ello, y decenas de libros y textos leídos sobre la Nada, aún me veo incapaz de darla por cerrada y completa esta empresa, siendo hoy otra actualización más, a la que seguro seguirán otras.
Lo primero que a uno se le viene a la cabeza a la hora de definir la Nada es, que “la Nada es lo que nos queda cuando uno lo quita todo”: absolutamente todo; no quedando nada: absolutamente nada. Y esa es la base de la que parto y por la que afirmo que la Nada no existe, pues aquí estamos nosotros, y la Nada, en su condición de Nada absoluta, implica la no existencia de absolutamente nada, para que esta pueda ser y ser posible. Aunque luego, como veremos, no es tan sencillo; pues la pregunta de cuándo 'nada' es nada, y cuándo 'Nada' es algo, ha confundido y viene confundiendo a muchos, sino a todos durante milenios, y sigue actualmente confundiéndonos como también veremos.
II
El filósofo griego Tales de Mileto pasó mucho tiempo pensando en Nada (600 a.C). Tales insistía en que no había tal cosa que fuese ninguna cosa. Incuso para él era algo complejo y muy difícil entender como algo (existente / no-existente) pudiese ser, y más aún que pudieras sacar algo de ello. Como analogía, encontramos hoy el mismo problema que nos sigue intrigando en relación con ¿qué había antes del Big Bang? ¿Era la nada? (se preguntan algunos). Y en ese caso, ¿pudo empezar el universo a partir de esa Nada?, bien, como vemos, y al margen de como lo planteemos: no hemos avanzado demasiado en más de 2500 años desde tales de Mileto y Parménides. Es más, se diría, incluso podríamos afirmar, que hemos retrocedido, al afirmar, que de la Nada pueda surgir algo, y además: algo como el universo (como pretenden hoy algunos físicos y astrofísicos). Si bien, y como apunte recordar (más adelante se desarrollará) que la idea de la Nada surgió precisamente en la Grecia clásica, para justificar la existencia de aquello ( un estado) anterior al universo, al ser, y que bien podríamos formular de esta otra manera: ¿había algo anterior al ser?, de ahí la idea (luego de esa Nada) que pronto desestimaron. Pues nada, a partir de la nada hay.
Pero no nos engañemos, aunque en un principio definir la Nada pareciera algo sencillo que pudiera ser simplificado rápidamente, señalando la Nada como ausencia absoluta de cosas (obsérvese: ausencia de cosas/ luego antes son las cosas y en su ausencia la Nada) esto luego ya no parece tan sencillo, cuando observamos que el término ha llevado a siglos de debates e intentos de resolución, siendo tratado desde diferentes perspectivas, tanto filosóficas como desde la ciencia. Debates como digo, antes internos, pero que ahora van camino de enfrentamiento entre los bloques filosófico/científico —ver por ejemplo Lawrence M. Krauss “Un universo de la nada”, en conflicto abierto con filósofos y teólogos. (Ambos bloques defendiendo su tipo de nada, y dentro de sus bloques, discutiendo sus propiedades)— pues cuando hablamos con propiedad de la Nada, y que ya es mucho decir: hablar de aquello que no se conoce, surgen dificultades sobre su conceptualización, representación y potencial realidad. La función simbólica de esta “no cosa” se torna aún más extraña e indescifrable (no hay forma, ni forma de entenderla) cuando la semiótica se torna igualmente inservible y defectuosa, al comprobar que con lo que tratamos es con lo indiferenciado, o como lo califican algunos: potencial informe e indiferenciado. Terreno pantanoso este, reino de lo indescriptible, pues “la Nada” no tiene caracteres que la diferencian de otra cosa, siendo a la vez meta-diferente, no solo, por tanto, diferente de todas las “cosas” o "entes"; sino que habría de ser diferente más allá de todas las cosas: en ausencia de todas las cosas.
III
Pero La nada referida como potencial indiferenciado, en esencia nombra y se revela en la ausencia infinita de algo, igualmente infinito. Pero luego encontramos que el término 'Nada' es utilizado para referir nada o ausencia: a través del lenguaje, con gran variedad de formas creadas a lo largo del tiempo, y que nos sirven para relacionarnos con la ausencia y la Nada: desde lo no expresado, a aquello que se dice a medias (en ese límite entre el pensamiento y palabra pronunciada) y hasta aquellos términos relativos a una negación absoluta y rotunda. Igualmente, referimos la Nada en situaciones concretas en las que se da una ausencia objetal manifiesta, que muestra un lugar previamente ocupado, donde nos preguntamos cómo podrían estar constituidos dichos bordes o límites (la forma de la cosa ausente) y, que rememora aquellas situaciones primigenias del psiquismo, cuando habido una ausencia objetal era imprescindible resolver la constitución de este, donde nuestros antepasados ya tenían el impulso de conocer y resolver diversos fenómenos.
Pero quizá es en la filosofía, la teología y hoy en algunas ramas de las ciencias donde la discusión es mucho más profunda. En este aspecto, muchas veces la filosofía ha intentado reflexionar sobre la Nada (tratada esta como nada absoluta) definiéndola como ausencia total de existencia. Si bien, dentro de la corriente existencialista, Heidegger, Nietzsche, Sartre, o Nishida, Tanabe y Nishitani (Escuela de Kioto) han intentado definir la Nada, si bien cada uno y a su manera, dotándola de entidad, pasando a ser considerada dentro de las posibilidades del ser y, por tanto, del mundo. En términos generales, para estos filósofos se trata de algo que forma parte de nuestra existencia y queda ligada de manera directa a la angustia del ser humano frente a la complejidad de la existencia, y no como una forma de razonamiento típica del pensamiento científico. La Nada, en ese sentido “existencialista” es causa y consecuencia —nos dicen— de nuestra realidad como seres vivos y comprender eso es comprender «La disposición afectiva fundamental de la angustia como modo eminente de la aperturidad de la persona – según algunos filósofos» donde Heidegger tendrá muy en cuenta las reflexiones de Kierkegaard sobre la angustia otorgando a esta, un papel fundamental, de la misma manera que Kierkegaard le otorgaba un carácter educativo, y que resulta del mayor interés para nuestras consideraciones sobre la nada.
Pero Heidegger nos propone, como desde el horizonte incierto de la angustia acontece la nada, que libera al ser, léase: “solo en la clara noche de la nada de la angustia surge por fin la originaria apertura de lo ente como tal: que es ente y no nada”. (Heidegger). Lo que entra en choque directo frente a la frase Nada surge de la nada, o de la nada, nada proviene, y que indica un principio metafísico atribuido al filósofo Griego Parménides, según el cual ningún ente puede empezar a existir a partir de nada o de la Nada. La idea también fue expresada por Aristóteles, «la naturaleza aborrece el vacío» (todos los griegos lo aborrecían, por cierto); o Lucrecio afirmando "ex nihilo nihil fit", finalizando: Porque si las cosas fueran creadas de la Nada, cualquier raza podría nacer de cualquier otra; nada requeriría una semilla. La gente podría emerger del mar, las tribus escamosas surgir de la tierra, y las aves aladas podrían salir del cielo. Nacido de cualquier manera, cada animal, tanto salvaje como domesticado, habitaría la tierra cultivada y el desierto por igual. El mismo árbol no produciría siempre la misma fruta: lo que puede dar una manzana una vez, puede, al siguiente, producir un membrillo o una pera. Dado que no habría partículas generadoras, entonces tampoco ciertas cosas surgirían de solo un cierto tipo de madre. Pero como en realidad cada especie surge de semillas específicas, cada cosa brota de la fuente que tiene la materia que necesita, las partículas primarias, y entra en los límites de la luz, y por eso cada cosa no puede dar lugar a todas las demás, porque hay un poder separado en cosas distintas. Lucrecio, con sus ejemplos, pretende mostrar la absurdidad de pensar que nada surja de la nada, aunque no nombra al ser… un detalle por parte de este, dejando este absurdo a la posteridad… pues de eso ya se encargarían otros, siglos después.
IV
Finalmente, y en una línea científica, estos, los científicos, en los últimos años han dado con la resolución a cómo fue el origen del universo: lo llamaron Big Bang, en alusión a una enorme "explosión" que, según los estudios, hubo en el universo y a partir de la cual fue posible que con muchos millones de años de evolución se diera la vida en nuestro planeta. Ahora, la pregunta difícil y muchas veces imposible de resolver es: ¿qué había antes del Big Bang? La respuesta a esta cuestión bien podría ser la Nada, como algunos afirman. Pero, no hay acuerdo, ni pruebas de ella, pues ¿qué es la Nada? ¿Es el vacío cuántico?, ¿el vacío cuántico y la Nada, son lo mismo? Parece que no, si somos consecuentes con las pruebas. Pero surge igualmente la pregunta, aquella pregunta ancestral ¿Por qué de repente empezó a haber algo? ¿De dónde surgió todo? Todas estas cuestiones son de difícil resolución y la ciencia no puede resolverlas o, al menos no podrá hacerlo de forma inmediata, aunque existen teorías como la “propuesta sobre ausencia de fronteras” que nos avanzaron Hawking y Hartle con muy interesantes posibilidades y que a resultas de ella, como siempre, han surgido quienes ya anticipen, consideren y afirmen, que el universo y, por tanto, el Big Bang y todo lo demás, surgió precisamente a partir de la Nada: lo que me resulta más absurdo todavía, y demuestra que la evolución de la inteligencia no va a la par con la evolución tecnológica, pero entonces, viendo como la ciencia pretende lo imposible: quizá dudamos, y volvemos a hacernos, de nuevo aquella misma pregunta ¿será la Nada posible?
Bien, ante la duda, siempre es positivo volver a replantearnos las cosas: veamos si es la Nada posible, y en ese caso: ¿dónde está la Nada? Empecemos por el espacio, que es muy grande y en parte “vacío”. ¿Será allá donde encontraremos la Nada? Pues, lo cierto es, que “dependerá de lo que se quiera decir, con Nada”, pero la mejor respuesta que podemos dar a día de hoy es 'no': siempre hay algo, incluso cuando hablamos del espacio vacío profundo (deep space). La estructura del espacio, observamos que está hecha de cosas muy densas, como galaxias, estrellas y planetas, además, de aquellos otros espacios en apariencia desocupados. Pero hasta en lo que llamamos 'espacio vacío', ese espacio desocupado: incluso ahí hay cosas (nos dice y demuestra la ciencia). Probablemente una partícula por cada 10 metros cúbicos. Así que no hay que ir muy lejos para encontrar algo, aunque sea difícil de observar o detectar. Entonces ¿hay áreas en las que no hay nada?, sí, pero tenemos que volver al principio: ¿qué queremos decir cuando decimos 'nada'? Nada perceptible, sí: pero siempre hay algo ahí, o al lado. Incluso si nosotros mismos, si pudiésemos aislar ese mismo espacio vacío nosotros por cualquier medio, no podríamos aislarlo por completo tampoco de la gravedad, por ejemplo.
Pero y para hacernos una idea de la complejidad que supone hacerse siquiera una idea de la nada, podemos cerrar los ojos, dejar la mente vacía, y no pensar en nada; no en blanco: en nada, absolutamente en Nada. Es difícil, ¿cierto?, cuando no imposible. Pensemos, ahora en eso, que se nos representa cuando pensamos en “la Nada”: posiblemente, sea un espacio vacío del cosmos. Pero ¿Hay algún lugar en el Universo donde realmente no haya nada en absoluto?, consideremos los espacios entre las estrellas y las galaxias, o los espacios entre los átomos. ¿Es esto la nada? No. Ya lo hemos explicado antes, siempre hay algo. Entonces, ¿Cuáles son las propiedades de la nada?, precisamente, las propiedades de la nada no las hallamos, no son posibles, no son y no existen en el universo, pues de lo que no existe no hay propiedades de ello.
Lo siguiente podrá resultar para algunos paradójico, y complicado, lo menos. Pero intentaré desmontarlo y aclararlo, aunque proviene de un profesor de filosofía. La cuestión consiste adentrarnos en otra posibilidad, a saber: que “la nada se contempla al no contemplarla” (no voy a decir o hacer comentarios al respecto) pero lo repetiré otra vez: la nada no se contempla de ninguna manera, no se puede contemplar, pues no existe (solo hay ausencia de algo) Y menos aún “contemplarla” entiéndase RAE (Observar con atención, interés y detenimiento una realidad) cuando hablamos de algo que no es real y, por tanto, no contemplando lo que de entrada no-es, que raya lo irracional. Pero, entrando al texto, como el conejo a la madriguera luego ¿dónde salimos? ¿Cómo decido que no contemplo lo que no entiendo qué es, aquello que antes debería contemplar, para dejar de hacerlo, y tampoco está lo que debo dejar de contemplar, pero además no-es, y ¿qué sentido tiene esto que me dice? No contemplar la nada… cuando en cada momento de nuestra vida ya estamos no contemplando la nada, pues contemplamos y pensamos en todo lo que “es” y tenemos ante nuestros ojos o en mente.
Otra cosa sería entender o concebir la idea de la nada, con los ojos cerrados o abiertos, da igual, mientras hablemos, siempre, de entender una idea de la nada. Pues La nada es ausencia, y ausencia es ausencia de algo (todo), así será en ausencia de algo (todo), en la única forma que podremos “entender” lo que no-es ahí, cuando no hay algo: pero jamás ver, o contemplar, de ninguna manera la realidad de algo no existente, pues lo que existe es ausencia de algo, y no algo, una: nada ahí. Con lo que volvemos al principio: la nada, entendida no como algo, sino como ausencia de todo, quitar absolutamente todo lo existente: hasta el último quark del universo. Otra cosa será, es que de alguna manera se nos proponga, y entendamos eso que nos quieren decir con la nada (como ausencia) y no presencia en ausencia de algo, de una nada (con entidad) como para estar en algún sitio. Y, de todo ello encontremos o busquemos entender aquello que la ausencia absoluta nos propone: una ausencia tan infinita aquella de algo, como habría de ser infinita luego en su ausencia. Así de simple, y a la vez así de complicado.
V
Durante mucho tiempo la humanidad relacionó el vacío con la realidad observable, de modo que cuando no veíamos nada era porque sencillamente no había nada. Desde tiempos de la civilización helena, los hombres pensaban que la realidad estaba compuesta solamente por los elementos básicos como el agua, la tierra, el fuego o el aire. Sin embargo, tras los avances en el conocimiento pudimos conocer que hay un mundo inmenso en el reino material de lo infinitamente pequeño. Entonces, ¿Qué sucedería si lo "vaciásemos" todo? ¿Qué nos queda?
Existió una de esas preguntas que siempre me rondó la cabeza desde muy joven (15 o 16 años tendría a lo sumo) cuando andaba casi a diario por la AAB (Asociación astronómica de Barberà) donde mientras dirigía algunas de las sesiones de observación de la luna, los planetas y sus lunas, los jueves —día de puertas abiertas para los curiosos— en más de una ocasión, mientras disponía el refractor de 210 mm que teníamos para tal evento me preguntaba, siempre hacia mis adentros ¿Qué pasaría si no hubiese planetas? Parecerá una tontería, pero aquella pregunta, aquella inquietud, no quedaría ahí, y con los años tomó un carácter más formal: ¿puede existir el espacio con independencia de todos los objetos que lo pueblan? Quiero decir: si pudiéramos ahora mismo apartar toda la materia del universo: los planetas, estrellas, galaxias y la luz, ¿el espacio seguiría existiendo? O bien: la eliminación de todo lo material acabaría también con el espacio, dando lugar a la Nada. Luego de esta, se viene otra pregunta a la cabeza, aquella consideración más profunda: ¿en ese caso no quedase nada y ni nadie para ver lo que queda y saber que no hay nada, podríamos considerarlo realmente la Nada? Me di cuenta de inmediato de los problemas que planteaba la pregunta así formulada (ya más del ámbito de filosofía) y la replanteé de otro modo, más concreto: si fuese posible eliminar todo el universo, incluyendo todas esas partículas: la energía, gravedad... todo. ¿Nos quedaríamos con un verdadero vacío? ¿Sería eso La Nada? Pues parece que tampoco sería esto la Nada, o al menos si queremos ser formales, claro está. Este sería un vacío, pero en el que incluso en su nivel más bajo de energía existirían fluctuaciones del vacío cuántico: partículas cuánticas que aparecen y desaparecen junto a antimateria en todo y cualquier lugar del Universo. No hay nada, y luego “algo aparece, las partículas chocan y te quedas sin nada otra vez. De modo que, incluso si pudiésemos eliminar todo del Universo, aún quedarían estas fluctuaciones cuánticas incrustadas en el espacio-tiempo, pues incluso quitando todas las cosas físicas, nos quedaría todavía un fondo latente.
Como vemos, el asunto es embarazoso, no solo para mí, pues hasta para las mentes más avezadas en Antigua Grecia, como vimos, ya desestimaron el problema, pues se creía —a mi entender acertadamente— que el Vacío/La Nada no podía existir. Parménides, igualmente, pronto la negó e incluso Aristóteles se afirmó en ello pensando, precisamente, que de la nada, nada puede surgir. Sin embargo, la humanidad es muy cabezona. Y allá por en el siglo XVII se descubrió que con unas bombas de vacío se podía quitar todo el aire de un recipiente y dejarlo vacío; y, desde entonces, hemos creído que quizá el vacío podía existir en la naturaleza… y, si podía existir el vacío, quizá, aquella Nada de la que habíamos oído hablar fuera posible, y pudiera también existir: ser ese “Vacío”. Pero pocos siglos después, buena parte de la sociedad científica vuelve a dar razón a aquellos antiguos griegos, y ahora los científicos: al menos los más sensatos, afirman que el vacío como tal, una nada absoluta, no existe. Pues, en el vacío, al menos el vacío que conocemos, siguen sucediendo muchas cosas y no solo refiero la luz de las estrellas o la misma gravedad, pues Incluso en los rincones más lejanos y desiertos del espacio intergaláctico, hay cientos o miles de partículas en cada metro cúbico, e incluso aunque pudiésemos aspirar o eliminar aspirar todas esas partículas, todavía habría radiación que se extendería a través de grandes distancias en el espacio. Además, está el alcance inevitable de la gravedad que se extiende a todos los lugares, incluso a los más recónditos y distantes del cosmos; o el débil campo magnético de un cuásar distante que, aunque infinitesimalmente débil e insignificante, todavía es algo.
Filósofos y algunos físicos argumentan que esa Nada no es, por tanto, la Nada- “absoluta” y "real". Si bien, diferentes físicos ven cosas diferentes al referir “Nada”, desde una nada como “vacío clásico”, hasta la idea de la Nada como potencial, informe e indiferenciado —que no tiene caracteres que lo diferencian de otra cosa— lo que anticipa, que no nos vamos a ponernos de acuerdo fácilmente en qué es la Nada; o bien, habremos de tratar el tema considerando de dos a tres clases de nada. Dejando ya aparte esa “nada” minúscula, referida cuando hablamos y decimos aquí no hay nada. Luego, tendríamos la Nada de Heidegger y otros filósofos como Sartre (Deleuze Establece que “la filosofía es el arte de formar, de inventar, fabricar conceptos”). Luego, encontramos la Nada de los físicos que serían dos: vacío clásico y Nada absoluta. Pero recordemos, en términos físicos de la física actual (experimental), Incluso si pudiésemos eliminar todas las partículas, de cualquier lugar, y proteger o aislar este de todos los campos eléctricos y magnéticos, aún tendríamos la gravedad, pues esta nunca puede aislarse o cancelarse. La gravedad no desaparece nunca, y siempre es atractiva: no podemos hacer nada para bloquearla. En la física clásica eso se debe a que es una fuerza, pero en la relatividad general el espacio y el tiempo es la misma gravedad. En relación con la idea de la Nada, afirmada por algunos Físicos, en otra línea de pensamiento, como Lawrence Krauss, "el universo de la nada (2012)"este argumenta:"una potencialidad" (se trataría de un “potencial” que puede crear algo, no tanto de una auténtica nada) explicado en resumen: se reduce, a que si sumas toda la masa y la energía del universo, toda la curvatura gravitacional... parece que todo suma cero, tomando en consideración las ecuaciones de Hawkins, y que vienen de aceptar (verdadera) aquella proposición que referí en una entrada anterior: como propuesta de ausencia de fronteras, (esto lo explicaré más adelante). Entonces, ¿es posible que el universo realmente viniera de la Nada, como pretenden algunas ecuaciones? Pero, y si damos solo por un momento por cierto el caso, ¿qué avendría esto decir?, que "nada" es todo lo que vemos a nuestro alrededor, y "todo" lo que vemos es Nada. Como se puede comprobar, empezar a pensar en la Nada, de forma, digamos seria, propicia que todo se complique muchísimo. Y cuanto más pensamos en ello, más complicado nos parece. Llegados a este punto, y sin siquiera saber aún hoy que es la Nada, pues no tenemos noticia de ella por ningún lugar, es absurdo, por tanto, seguir haciendo preguntas; aunque podríamos seguir en el absurdísmo, y considerar el espacio que contiene al universo como aquello, que si falta o desaparece seguiría este en su extensión, conteniendo luego la Nada. Pero si está ahí (esta) la nada, ¡ahí va!, entonces ya no es la Nada; pero podemos hacernos preguntas, más absurdas todavía, por ejemplo: ¿si cojo dos melocotones y los chocó en un acelerador de partículas a velocidad, uno contra otro, dentro de un tubo: ¿saldrán membrillos o ciruelas? Y si… Estoy seguro, de que las ecuaciones también nos dirían algo al respecto: de las posibilidades de membrillos, o ciruelas.
Observamos que nos adentramos, por lo tanto, hacia una Nada, en efecto, con una historia tan larga como interesante que, además, se no deja de engrosar continuamente con el paso del tiempo. Unos han luchado y luchan por comprenderla, otros, “los místicos” soñaron que podrían imaginarla, y algunos científicos, hoy andan buscándola y mostrarla. En todo caso, aquí “el sueño de lo posible y la posibilidad del sueño se han articulado, donde se transforman y tergiversan: en formas supersticiosas unas veces y otras, en formas más oscuras… cuando a la razón dormida, el sueño de la razón produce sus monstruos.
(ANEXO)
Acerca de la divulgación de la Nada, y el caso de L. M. Krauss
No hay una ciencia de la nada, pues nadie la ha visto ni podido experimentar con ella, no sabemos de ella, de modo que no hay ciencia de la Nada, ni divulgación científica de la Nada, esto para empezar. De modo que un libro que pretenda una divulgación de la Nada (tratando esta como algo que es), no es un libro de divulgación científica, sino de ciencia especulativa, CCFF dura, para ser más claro, por muy científico que sea aquel que nos habla.
Quizá por ello no hay demasiados libros “serios” que nos expongan o hablen sobre la Nada (como ente existente) alguno se atreve, en el entorno divulgativo con las consecuencias que luego trae ello. Además, encontramos que luego no hablan tanto de la Nada, como de una posibilidad o búsqueda, y sus contingencias. Pues la Nada, eso incognoscible y no presente, es a la razón (razonable) inabordable, al menos a la manera que pretenden muchos y abordando la Nada como algo que es. No hay que ser ilustrado, para darse cuenta, que enfrentamos una contradicción: una contradicción en sus propios términos. Una negación, pero, donde igualmente hallamos una atracción difícil de explicar, sobre un concepto incomprensible desde cualquier punto de vista: científico o filosófico (cuestión aún fundamental para la filosofía, nos dicen: y así les va); pero pocas veces abordado con la seriedad precisa, siendo las más de las veces transmutada a voluntad y conveniencia. Precisamente en este sentido (de conveniencia) encontraríamos el libro de Lawrence M. Krauss, miembro de la Harvard Society of Fellows, que fue profesor de física de la Universidad de Yale, así como presidente del Departamento de Física de la Universidad Case Western Reserve, y que actualmente dirige el Proyecto Orígenes en la Universidad de Arizona. Autor también de varios libros, entre ellos La física de Star Trek, Más allá de Star Trek, y La quinta esencia (también llamado: quinto elemento). Autor, al que le precede esta cita: «Cada átomo en tu cuerpo vino de una estrella que estalló. Y, los átomos en la mano izquierda probablemente vinieron de una estrella diferente que tu mano derecha. Es realmente la cosa más poética que sé de la física: todos son polvo de estrellas. Tú no podrías estar aquí si estrellas no hubieran estallado, porque los elementos - el carbono, el nitrógeno, el oxígeno, el hierro, todas las cosas que importan para la evolución - no fueron creados al principio de tiempo. Fueron creados en los hornos nucleares de estrellas y la única manera para que terminaran en tu cuerpo es si esas estrellas fueron suficientemente amables para estallar. Así que olvídense de Jesús. Las estrellas murieron para que pudieras estar hoy aquí». Lawrence Krauss, 2009. Perdón, pero no puedo evitar puntualizar: ¿las estrellas murieron?—dice—, pero ¿qué pasa entonces con lo de la materia ni se crea ni se destruye, y solo se transforma? No parece agradable, que a uno le digan que está formado por las cenizas de un muerto (aunque ciertamente seamos polvo de estrellas) y si es que, dichas estrellas realmente murieron. Pero que la leche viene de la vaca todos lo sabemos, hasta sabemos de dónde viene la vaca: de otra vaca… pero ya nos perdemos al buscar la primera vaca, y aún nos perdemos mas al buscar más atrás, el origen de la vida, y ya no digo donde nos perdemos y metemos al hablar del origen del universo, así que krauss no me dice nada que yo no sepa.
Sin embargo, luego, Krauss, me dice que me olvide de Jesús, un Jesús (hablamos de Jesús, hijo de José) a quien toda la humanidad, de una manera u otra conoce, pues él me va a hablar de la Nada, que nadie ha visto, y nadie conoce. Pero claro, es un científico, y tendré que comulgar con ruedas de molino, tanto con lo que afirma y dice en su libro sobre la Nada, como en los otros libros, también de su autoría, sobre La física de Star Trek; Más allá de Star Trek, o la quinta esencia. Aunque pienso, que como tantos científicos: se equivoca y se equivoca de Lucas, y también de evangelio: (sugiero leer el evangelio de Lucas: de “George Lucas” que está en este blog)
Krauss nos revela, que el libro en el que vamos a detenernos, "el universo de la nada (2012)" tiene su origen en una conferencia que él mismo pronunció en 2009 en Los Ángeles, y que tuvo un fuerte impacto mediático en el ámbito de internet, habiéndose visualizado hasta más de diez millones de veces (no nos dicen quién lo vio)… pero fue precisamente R. Dawkins quien colgó el vídeo (autor a quien posteriormente pediría que escribiera el postfacio de su libro), siendo luego este (el video), el centro de fuertes discusiones y polémica tanto a favor como en contra. El éxito de ese vídeo es el que le hizo advertir el interés de mucha gente por estos temas y le lanzó a escribir el libro, de la nada (que es tema filosófico), y no de la teoría de cuerdas (que si es fisica) y que es lo que nos interesaría a los que buscamos ciencia. Lo que nos da a una línea o idea de publicación, en tanto, no a lo útil de una cuestión, sino al interés suscitado en el público por dicha cuestión, de ahí se intuyen las razones de otras publicaciones, sobre Star Trek, o el Quinto Elemento, y ahora la Nada…, siendo esta razón última: la cantidad de público interesado (y no científico, en su inmensa mayoría), y no la relevancia científica de la cuestión.
El autor pretende explicitar los objetivos centrales que persigue con su libro. Pero y aunque Krauss afirma: se trata de un libro de divulgación de cosmología, lo que más nos parece luego le interesa realmente, son las cuestiones filosóficas y metafísicas que los avances cosmológicos actuales están planteando (entiéndase: la polémica y la discusión). Así, el objetivo que de fondo persigue el libro, aparte de generar polémica y discusión, es demostrar que nuestro universo es autónomo, y la creación no necesita un creador (p. 11). Demostrar, bien, de acuerdo, pero... ¿cómo podrá demostrarlo?, pues este exige luego pruebas, como cuando luego refiere Krauss un hecho muy importante. “En lo que respecta a nuestra comprensión de cómo evoluciona el universo, la religión y la teología han sido, en el mejor de los casos, irrelevantes. A menudo enturbian las aguas, por ejemplo centrándose en arrojar dudas sobre la Nada, sin proporcionar ninguna definición del término fundamentada en pruebas empíricas” (Universo de la nada pág. 9) pero, ¿pruebas empíricas de la nada? Es más, luego la reflexión que observamos deriva más hacia un libro de filosofía y metafísica o teología, que de física y cosmología. Luego, me parece significativo que pidiera a Christopher Hitchens que le prologara el libro y a Richard Dawkins el postfacio. Dejando muy clara la necesidad (o falta de solidez del argumento) de Krauss, teniendo este que ir acompañado, custodiado, y de la mano de científicos, que se han significado por su esfuerzo divulgador de la ciencia, así como de su militancia beligerante a favor de una concepción atea de la realidad y la ciencia. Una realidad y creación de la que nos admiramos todos de sus maravillas, pero no por eso tenemos que inferir, nos dice el autor, que ha sido creada o diseñada por una inteligencia divina. De lo que ya se advierte, y a poco que entendamos aflora de entre sus propias palabras, que este no va a ser ciertamente un libro en busca de la Nada, ni de nada, sino y más una defensa abierta y sin cuartel del ateísmo cientificista. Un libro, que no nos muestra camino hacia descubrimiento alguno, sino y solamente: la defensa de una posición terca e inmóvil; y desde aquella, luego, sus tercas opiniones.
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