LA NADA / entrada (11): DE LA AUSENCIA OBJETAL, Y LA FORMA DE LA NADA / Jordi maqueda



DE LA AUSENCIA OBJETAL,Y LA  FORMA DE LA NADA

DE LA AUSENCIA OBJETAL
(El arte, entre la Nada y el Vacío)

Treinta radios comparten el cubo de una rueda;
más solo la rueda le da su utilidad.
Moldea una jarra con arcilla;
el hueco interior le da su utilidad.
Corta puertas y ventanas para la estancia;
solo estos vanos le dan su utilidad.
Se obtiene beneficio de lo que hay;
la utilidad la da lo que no hay. - (Lao-Tsé)

I

Me pareció interesante el tema de la ausencia objetal, al hablar de las razones, angustias y, o necesidades que se dan en la psique a la hora de afirmar o representar lo inexistente. Luego y referido al arte (y respecto a la Nada) esto plantea, no solo la cuestión del vacío como una posibilidad de representación, o construcción artística y utilización de la Nada (o del vacío) en el momento actual sino, que igualmente nos plantea aquellas apreciaciones que se daban antaño frente a al vacío en el psiquismo primigenio, y representado en el arte en los albores de nuestra especie, en tanto a como se afrontaba y solucionaba esta situación o actitud frente al vacío, cuando se les representaba algo ausente: un vacío, al que cabía dar un sentido ya en el pasado —igualmente trasladado esto al presente—, pues entiendo dice mucho al respecto de esa otra Nada (o vacío) que aquí también tratamos.

Este breve ensayo surge como idea consecuencia de la lectura de unas consideraciones entorno a la ausencia objetal de Jorge del Rio Coll, y del que tomé para iniciar su ejemplo de una huella dejada en la nieve, que nos muestra un lugar previa y realmente ocupado. Luego y a partir de ahí, podemos pensar igualmente en otras situaciones similares: un cráter vacío (en Arizona), en la mancha húmeda y circular de una jarra de cerveza en una mesa, donde no solo es patente la ausencia del objeto (algo), sino que también se aprecian unos límites que delatan su presencia en el lugar. Luegoa partir de la idea o imagen y tamaño de la mancha circular, la huella, o el cráter, en todos los casos observamos que se muestra un lugar ocupado anteriormente, del que advertimos unos bordes o límites que invitan a una serie de reflexiones sobre diversas experiencias entorno al vacío y perfectamente extrapolables al tema que nos toca, cuando se da esa desaparición del objeto previamente existente, y que nos lleva primero a preguntarnos sobre ese espacio vacío o vaciado: lo que había o no había en ese lugar desocupado, así como de la naturaleza de sus límites, y luego a cómo podría ser aquello que antes ocupaba el lugar y estar constituidos sus bordes: la forma de lo ausente, o forma ausente.

Desde que el arte se emancipa, transgrediendo la forma natural como vemos el mundo, ya desde los impresionistas la idea de lo lleno y de lo completo, cambia igualmente hacia lo incompleto de forma. Y, esa falta de forma, o forma ausente, es suplantado (en un ejercicio del intelecto) por nuestro entendimiento, rellenando lo que no vemos y superando así la angustia de ese vacío o (horror vacui occidental), que es apreciable ya en el cubismo en el siglo XX, o en las misma esculturas de Oteiza y Chillida, en las que el vacío es un elemento compositivo más en el total de la obra escultórica: se diría en este caso, que estos artistas, escultores nos advierten ya, de una Nada, que no esta, pero esta: ahi, a superar. Cornelis Van de Ven, por ejemplo, entendió perfectamente esa Nada, o vacio, como "el contenido intangible de la forma" extrapolado a la arquitectura (vacío interior). Partiendo de este principio llegó a razonar y relacionar modos de construir, definidos por aquel poema de Lao Zi, donde una rueda de carro construida con radios y un recipiente de arcilla representaban los dos modos mencionados de construir con el vacío: donde la utilidad de la rueda depende del vacío central, donde se inserta el eje, y la del recipiente de su vacío interior. El vacío es, por tanto, parte integrante de nuestra realidad: del espacio y el tiempo, pues a partir de este diferenciamos entre espacio construido (ocupado) y espacio (desocupado) sin construir. Heidegger utilizó un concepto al que llamó Raum, para definir que “un espacio es algo aviado (espaciado), algo a lo que se le ha franqueado espacio, o sea dentro de una frontera, en griego "péras". La frontera no es aquello en lo que termina algo, sino, aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es:comienza su esencia. Espacio es esencialmente lo dispuesto (aquello a lo que se ha hecho espacio), lo que se ha dejado entrar en sus fronteras. De ahí que los espacios reciben su esencia desde lugares y no desde «el» espacio” — (Construir, habitar, pensar, Martin Heidegger, Darmstadt, 1951). Por tanto, y sea cual sea la superficie a trabajar, el vacío parece un elemento propicio a las nuevas ideas y tendencias, manifestándose no como una Nada, sino como elemento constituyente del espacio donde se sustenta el contenido, y por lo tanto —"una pieza más, una entidad espacial, y podríamos en un inicio, presentar al vacío como complementario del lleno, y el conjunto como reverberación entre opuestos (M de Prada: Arte y vacío. Sobre la configuración del vacío en el arte y arquitectura)—, y elemento de distinción de los límites de las formas y las cosas, del contenido y del continente. 
II

Antaño, cuando en situaciones primigenias del psiquismo (1) se daba una ausencia objetal que era imprescindible resolver para la constitución de este, nuestros antepasados ya tenían el impulso de conocer y explicar diversos fenómenos: la necesidad de ordenar y reducir a ciertas unidades, la realidad y dotarla de sentido, pues esto podría salvarles la vida: un huella (en el suelo) llevaba a la representación mental de una Pantera, por ejemplo. Luego el mundo de la representación (mental) surgió en el hombre primitivo como imperativo, no solo para advertir los peligros de lo no-presente, pero existente: la pantera, sino e igualmente para liberarse del temor que le causaba lo caótico o desconocido” (Ramos, 1993: 25).. Puede decirse, que desde entonces existe una actitud en las personas —una inclinación natural— orientada, pero no únicamente al conocimiento: ¿qué había?, sino e igualmente a cómo podría ser re-ocupado dicho espacio. En este sentido, Bergson indagó sobre los efectos del tiempo y el ser, y afirmando, que para que exista el vacío necesitamos del recuerdo de lo lleno. Piera Castoriadis Aulagnier, en su libro La violencia de la interpretación (1975),  propone poner a prueba un modelo del aparato psíquico que privilegia el análisis de una de sus tareas específicas: la actividad de representación, donde igualmente se contempla la posibilidad de otro tipo de vacío, que más podría denominarse como la Nada, y consistente en la ausencia de un objeto cuya presencia sería indispensable para que el psiquismo incipiente pudiese constituirse” —Jorge del Rio Coll. En un artículo titulado: “Concepción del espacio en el arte prehistórico”, S. Giedon expuso, que la evolución de la utilidad espacial en el arte, estaba determinada por la proyección gráfica de la actitud personal con respecto al mundo: así, en las cavernas utilizaban la superficie que la naturaleza les ofrecía. Parecerá que no tiene nada que ver con el asunto que tratamos, pero pensemos el vacío (en la cueva, la pared sin pintar) esta representaba el fondo, aunque para la visión occidental, el vacío indica la ausencia de algo, tal como lo expresa H. Bergson: en tanto que era presencia y ahora es ausencia, y por ello precisa de un existir anterior para su falta. Una vez reconocida esta ausencia en la pared de la cueva (un existir anterior, una forma sugerida) surge en quien observa la necesidad de pensarla y completarla (de nuevo ese horror vacui): así, para nuestros antepasados, el vacío de la pared en la cueva sería luego una pieza. un elemento más, donde se podían reconocer ciertas formas, que realizaban buena parte del trabajo, creando primero aquella necesidad de completarlas; luego, el hombre que habitaba las cavernas, en algunas de ellas solo marcaba, en ocasiones, con pequeños trazos para completar las figuras que la naturaleza en ellas insinuaba. Sobre las razones que se dan en la psique a la hora de afirmar o representar lo inexistente, cabrían muchas suposiciones en tanto a la necesidad, como ya apunté anteriormente, pero para aquellas personas en tanto lo que era presencia y ahora ausencia: una sombra, luego aquella ausencia (o sombra), vuelve a ser presencia: presencia, ahora de algo. Por supuesto, rellenar pintando un vacío no hace más listo o más fuerte, pero ayuda a primero a reconocer una necesidad: un punto de fatiga y a partir de solucionarlo. Y esto, hace igualmente del arte una necesidad (y a la vez solución) frente a las sombras, frente al vacío y frente a la Nada.

Esta misma necesidad de rellenar se da hoy el vacío, testificando en este la Nada como algo que ocupa el lugar vacío (que no lo está),  nos muestra que en poco hemos cambiado desde aquellos nuestros antepasados, o mejor dicho: sí, hemos cambiado, pero a peor, pues allá donde no había nada, en el vacío aquellos (nuestros antepasados) aportaban luz y color, mientras nosotros, a sabiendas de que no hay un vacío absoluto y reconocible en ningún lugar del universo conocido, nos empeñamos en afirmar allí: la Nada (entiéndase: donde todavía hay algo: estas personas afirman la Nada). Por tanto, no solo no solucionamos ese horror vacui occidental aportado algo al vacio, sino que lo que aportamos es La Nada (despojandolo de todo lo que es o puede ser), un vacío, por cierto, que no lo está, pero que convertimos en Nada. Tanto es así, que incluso la afirmamos la Nada en el interior de nosotros mismos, en nuestros corazones, convirtiéndonos nosotros mismos en Nada (Sartre), de ahí, que no sea luego extraño que reafirmemos, y en cualquier lugar: La Nada.

(1). Conjunto de funciones y procesos psicológicos (percepción, pensamiento, memoria, emoción, motivación, etc.) que constituyen la actividad «mental» de una persona. Este término se emplea como sinónimo de mente para evitar las connotaciones metafísicas que suelen acompañar a este último. Diccionario médico


SOBRE LA FORMA
     Y LA  FORMA DE LA NADA

La forma define el conjunto de líneas y superficies que determinan la planta, contorno o volumen de una cosa, en contraposición a la materia de la que está compuesta. Pueden existir cosas cuadradas, redondas, o rectangulares y de distintas materias, pero siempre tendrán alguna forma. Concluyendo, que la forma es la esencia de las cosas, porque hace que sean eso y no otra cosa (Aristóteles). Sin embargo, Sócrates(Menón de Platón) muestra que una definición puede no describir con precisión algo y que no hay una definición absoluta para cualquier cosa, incluyendo la forma (Plato, Benjamin Jowett -1946: Meno).​Así, la forma puede ser o no-ser, ser definida o no serlo, y estar o no estar aquí ni allá. Pues la forma puede ser y a la vez no-ser, siendo esta materia de la abstracción, y estando sin estar aquí o en lugar alguno, solo como una idea en el pensamiento, y dándose en la contemplación, reflexión o juicio, pero sobre todo en la imaginación y el ensueño, y allí tener forma de Nada.


Jorge Río Coll, (Entre la Nada y el vacío)
Margarita Rodríguez Ibáñez. (El vacío y la nada en el arte)
Manuel de Prada- Arte y vacío. Sobre la configuración del vacío en el arte y arquitectura
Piera Castoriadis Aulagnier, La violencia de la interpretación (1975
S. Giedon -Concepción del espacio en el arte prehistórico.
Bergson, Henry - La evolución creadora en Obras Escogidas
Martin Heidegger - Construir, habitar, pensar, 1951.
Platón - Menon
Benjamin Jowett (1946). Plato, Meno

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